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El reciente episodio de calima en España, esa especie de tormenta de polvo anaranjado procedente del Sahara que se ha ido extendiendo desde el sur de España, ha afectado seriamente al aire que respiramos. Pero, además, ha vuelto a poner de manifiesto la importancia de esta mezcla de gases que forman la atmósfera y que es tan esencial para la vida y la salud.

Un adulto sano consume de media entre 7.000 y 9.000 litros de aire al día, una cifra que ilustra la importancia de la calidad de este elemento de consumo básico que tanto depende de la soñada descarbonización de la economía y de la vegetación que absorbe el dióxido de carbono.

No en vano, la calidad del aire está en el eje de varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU mientras la Unión Europea tiene en marcha el paquete de medidas “aire puro” para reducir sustancialmente la contaminación atmosférica en toda la UE.

calidad aire

Consecuencias de la mala calidad del aire para la salud

La concentración de partículas contaminantes en el aire provocada por la contaminación en exteriores, el humo y otros agentes en interiores es una de las principales causas de enfermedad y muerte en el mundo.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la mala calidad del aire produce:

  • Accidentes cerebrovasculares
  • Cáncer de pulmón
  • Neumopatías crónicas y agudas, entre ellas, el asma.

La organización supranacional, que explica que “en 2019, el 99% de la población mundial vivía en lugares donde no se respetaban las directrices de la OMS sobre la calidad del aire”, calcula que siete millones de personas mueren al año prematuramente como consecuencia de la exposición a las partículas de aire contaminado. De esta cifra, la contaminación del aire ambiente fue responsable de 4,2 millones de muertes en 2016, mientras que la contaminación del aire doméstico causó unos 3,8 millones de muertes.

El informe, que destaca que nueve de cada diez defunciones prematuras se producen en países de bajos y medianos ingresos, constata que, además de la contaminación exterior, el humo en interiores “representa un grave riesgo sanitario para unos 2.600 millones de personas que cocinan y calientan sus hogares con combustibles de biomasa y carbón”.

La Agencia Europea del Medio Ambiente reconoce que en 2019 “una mejor calidad del aire podría haber evitado 178.000 muertes en el conjunto de la UE”.

Aunque Europa presume de “grandes avances” en la mejora de la calidad del aire exterior estableciendo valores límite para varios contaminantes, las cualidades del aire interior son, cada vez más, motivo de atención, habida cuenta de los prolongados periodos de tiempo que invertimos en estos espacios.

Oficinas, hogares, colegios, redes de transporte… pueden ser objeto de exposición a elementos contaminantes que, aunque proceden del exterior, se liberan dentro de los espacios interiores y que, en combinación con humedades o escasa ventilación tienen efectos más perniciosos.

Contaminantes del aire interior

Son muchos los elementos contaminantes que pueden afectar al aire interior desde contaminantes biológicos, productos de limpieza, materiales de construcción o decoración… incluyendo, como desgraciadamente hemos podido comprobar durante la pandemia, un elemento tan básico como nuestra propia respiración.

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Por eso, la ventilación constante controlada (natural o a través de conductos y redes de ventilación y climatización) y el uso de materiales saludables, lo más naturales y menos contaminantes posible nos ayudarán decisivamente a mejorar nuestra salud y condiciones de vida.
En términos generales, podríamos decir que hay conciencia y medidas para combatir los contaminantes cuyos riesgos han sido claramente comprobados, pero en muchas ocasiones todavía no somos conscientes de los riesgos de algunos elementos que no son fáciles de medir y cuyos efectos no se presentan de manera inmediata. Por eso conviene mantener un perfil de atención y análisis lo más preciso posible para tratar de prevenir futuros problemas.

Como en otros asuntos de interés global, actualmente, lo realmente relevante es que el conjunto de los gobiernos, sociedades e individuos tomemos conciencia de la necesidad de modificar nuestros hábitos para conseguir una vida mejor y más longeva para todos. También los fabricantes estamos dedicando importantes esfuerzos por innovar y poner en el mercado soluciones exclusivas que, solas o en combinación con otras, mejoren la calidad del aire que respiramos.

Las vicisitudes que la humanidad está enfrentando y ha tenido que enfrentar en los últimos años, no dejan lugar a dudas sobre la necesidad de una colaboración de todos los agentes del sector en esta toma de soluciones. La enorme interdependencia de las sociedades por mucho que respiren un aire de calidad variable a millones de kilómetros de distancia (Solo una de cada diez personas en el mundo respira aire no contaminado según la OMS) nos hace plantear sistemas y soluciones exportables a otros ámbitos y lugares.

No hay fronteras para la sequía, las enfermedades, los problemas de suministros, las cosechas, ni tampoco para la calidad del aire… Trabajemos todos a una para optimizar el uso, la salud y sostenibilidad de nuestros recursos más básicos.