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(TOMAMOS COMO REFERENCIA A CATALUÑA PARA ANALIZAR EL ESTADO DE NUESTROS EDIFICIOS)

Hoy viajamos hasta Cataluña. No, no es que nos vayamos a la Costa Brava de vacaciones, ya quisiéramos. Es que queremos tomar como referencia, extrapolable a otras regiones españolas, los resultados obtenidos por el “Observatorio del estado energético de los edificios de Cataluña” de la Generalitat de Cataluña.

El Instituto Catalán de la Energía (ICAEN) ha elaborado un documento a partir de los datos de 700.000 certificaciones energéticas que ya se han registrado en Cataluña. De él se desprenden conclusiones muy interesantes, aunque la que más nos ha llamado la atención es que Cataluña presenta un gran potencial de mejora en materia de eficiencia energética, y algunos edificios podrían llegar a ahorrar hasta un 79% en el coste de la energía.

, ¿Cuántos edificios conseguirían una certificación energética A?

Casi un 80%. Una cifra que hace plantearnos que algo estamos haciendo mal los que trabajamos por el fomento de la rehabilitación y la eficiencia energética. Si estos edificios pueden ahorrar un 80% de la energía y no lo hacen, es que o sus propietarios no lo saben o no se han dado cuenta de lo rápido que se amortizaría esta intervención gracias a los ahorros conseguidos.

El estudio va más allá y analiza las cifras obtenidas (insisto en que aunque haga referencia a Cataluña, el resto de regiones tendrá porcentajes similares): casi un 84% de los edificios cuentan con las calificaciones energéticas más deficientes de la tabla de referencia. Ya sabéis que esta tabla abarca una clasificación entre las letras A y G, siendo la primera letra del alfabeto la calificación más buena; y la G, la peor).

En el caso del parque edificado, nada menos que un 50,7% tienen una E; un 10,3% una F, y un 22,8% una G. En cambio, los que están calificados con una A tan sólo llegan al 0,2%. Para el resto: un 4,1% con una C, y un 11,1% con una D, las categorías más eficientes. Las cifras mejoran en el caso de la obra nueva: un 14,3% disponen de la calificación A y un 30,7% tienen la B).

, ¿Cuántos edificios conseguirían una certificación energética A?

Pero al margen de estos números, que son estadísticas muy reveladoras, el Observatorio extrae otras conclusiones cómo que las medidas más sencillas de eficiencia energética son las más aplicadas en la edificación. Por ejemplo, el doble acristalamiento de las viviendas puede encontrarse en el 62% de los edificios. Sin embargo, otras medidas mucho más efectivas para el control de la climatización no están ni mucho menos tan arraigadas.  Así, el informe señala que más del 40% de edificios cuentan con una calificación E con respecto a la demanda de calefacción; es decir, que requieren medidas como la mejora del aislamiento térmico o el sellado de las infiltraciones de aire por los cierres.

La conclusión del Gobierno catalán también trasciende de las meras cifras al plantearse que el objetivo final de la certificación energética es incrementar el nivel de información que tienen los ciudadanos sobre los edificios y viviendas que utilizan. Nuestra conclusión es la de siempre, sin información no hay concienciación y por mucho que nos empeñamos, sin concienciación no habrá rehabilitaciones con criterios de eficiencia energética y sostenibilidad. Los ciudadanos seguirán reformando sus hogares atendiendo a criterios estéticos o de renovación y no se plantearán la energía que podrían ahorrar con simples medidas de eficiencia.