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Al habla Zona-Confort, se abre el consultorio.

«Estimados amigos… ¡tengo un problemón! Soy terapeuta, tengo una consulta y en el local de al lado me han abierto un gimnasio clandestino. ¡¿Qué hago?!».

La semana pasada nos llegaba este mensaje a nuestro correo electrónico. Era (y es) el grito desesperado de un profesional del psicoanálisis al que la zumba, el cardio boxing  y el «un, dos, tres, cha cha cha» le están robando la alegría de vivir.

, Las clases de zumba no me dejan trabajar

Un gimnasio le está robando la alegría de vivir.

Según nos contaba en su mail, la paz de su consulta (en la que lleva varios años trabajando) se ha visto >seriamente perturbada estos últimos meses al abrirse en el local de al lado un gimnasio. A él acuden diariamente decenas de señoras en mallas de colores, jóvenes ‘musculistas y esculturosos’ y alegres (y conjuntadas) muchachas dispuestas a darlo todo y no dejar un gramo de grasa en su cuerpo con el que la celulitis puedan trabajar.  Y claro, entre el ruido de los golpes, las pesas, los saltos y la música no hay quien trabaje.

Al parecer, antes de escribirnos ya había intentado hablar con los propietarios para pedirles que al menos aislasen sus instalaciones, pero ellos, ¡qué si quieres arroz Catalina!, ni caso. Por eso, tras descartar una actuación en la fuente misma del problema, nos preguntaba desesperado qué hacer.

Lo primero que hicimos fue ponernos en contacto con un técnico especialista en temas de aislamiento y plantearle el caso. En esta ocasión, nuestra superheroína fue Silvia de URSA Ibérica.

Silvia nos recomendaba que, ya que no era posible actuar desde la fuente emisora del ruido (el gimnasio), intentásemos reducir los decibelios en el propio local.

, Las clases de zumba no me dejan trabajar

La solución, URSA TERRA.

«Se debería realizar un trasdosado (fijar placas delgadas a muros rígidos y gruesos para mejorar las prestaciones de aislamiento térmico y acústico) en los cerramientos que colindan con el local y, además, actuar por las particiones horizontales (suelos y techos) para mitigar la transmisión por los encuentros con los cerramientos verticales». Es decir,  aislar todo el perímetro del local, colocando lana mineral URSA TERRA y placas de yeso laminado. De esta manera se consigue mejorar el aislamiento acústico y al tabarra con tabiquería seca se reduce el tiempo de ejecución de la obra y las posibles molestias que pudiese ocasionar.

Es probable, advertía Silvia, que el ruido no desaparezca del todo, pero mejorará notablemente.

¡Siguiente  consulta!