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Desde el pasado día 2 de diciembre, Madrid se ha convertido en la capital mundial de la lucha contra el cambio climático con la celebración de la COP25. Los primeros días han servido para evaluar cuál es el estado de la situación y cuáles deben ser las medidas urgentes a tomar.

El propio Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas ha aprovechado la conferencia inaugural para enumerar los efectos que ya sufre el planeta por el “advertido, anunciado e ignorado cambio climático” y ha insistido de forma tajante en que hay que reducir las emisiones de carbono un 7,6% cada año y llegar a la nulidad de emisiones en el 2050.

Reducir las emisiones, difícil reto. URSA quiere compartir la visión de aquellas entidades y organismos que, como el World GBC, creen que todavía hay tiempo de actuar, que estamos en un momento en el que aún se puede revertir la situación.

La red global de GBC estima que actuando sobre los edificios se puede conseguir una reducción del 40% de emisiones de carbono incorporadas en 2030, y llegar al 100% de edificios descarbonizados para 2050.

Los datos son contundentes.  Los edificios y las infraestructuras, son responsables del 39% de todas las emisiones de carbono en el mundo. De este 39%, un 28% corresponde a las emisiones operativas, es decir aquellas que se producen al calentar, enfriar o iluminar los edificios. El 11% restante proviene de las emisiones de carbono incorporadas o iniciales que están asociadas con los materiales y procesos de construcción.

URSA tiene una relación directa con los dos tipos de emisiones. Las incorporadas, porque fabricamos materiales de construcción como son los aislantes y las operativas, porque ayudamos a que el consumo de calefacción y refrigeración sea mucho menor.

No podemos olvidar que, de este total de emisiones contaminantes producidas por los edificios, la climatización es la mayor causante de gases de efecto invernadero (unos 842 millones de toneladas de CO2 anuales, casi el doble del propuesto para el primer período de compromiso del protocolo de Kyoto). Por este motivo, los expertos estiman que un edificio bien aislado puede reducir sus emisiones hasta un 60%.

Y vamos más allá. Los materiales aislantes recuperan a lo largo de su vida útil 100 veces la energía utilizada durante su fabricación consiguiendo, de este modo, un balance positivo de emisiones.

Por todo esto, hoy no venimos a hablar de nuestros procesos de fabricación y, ni siquiera, de nuestros productos aislantes. Hoy queremos poner el foco en EL AISLAMIENTO con mayúsculas, la medida más eficaz para reducir las emisiones de los edificios y al mismo tiempo, disminuir el consumo de energía y proporcionar salud y confort a sus ocupantes.

Nos sumamos a la COP 25 porque hoy es tiempo de actuar y hoy, también, es tiempo de aislar.