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(Música para disfrutar en casa)

Madrid, 26 de junio, 40º grados a la sombra. En la calle no se ve un alma. Los termómetros al sol marcan temperaturas imposibles, mientras el ruido de los motores del aire acondicionado, a pleno rendimiento, se fusiona con el de los coches. ¿Quién me mandaría a mí salir de casa?
Sí, porque me encuentro en plena calle, a medio camino entre mi casa y el centro comercial del que acabo de salir de hacer la compra, y el calor aprieta tanto que creo que he visto como comienza a derretirse el monolito de piedra negra (de Lanzarote, para más inri) que hay al comienzo de la calle.

Las bolsas pesan, las suelas queman y, encima, en mi cabeza comienza a sonar una musiquilla que me acompaña hasta el portal de casa. Como una maldita banda sonora de película de media tarde. ¡Qué castigo, Señor! Hace calor, hace calor, na nana na nana nananananá.

La llave gira en la cerradura y, ¡por fin!, entro en el portal. Bendito portal, oscuro y fresco. Mientras espero al ascensor, un vecino aparece por la puerta, cerrándola tras de sí, como si una horda de zombies comecerebros le persiguiese.
“¡Qué calor!”, comenta, más por rellenar el tiempo que queda hasta que baje el aparato que por ganas de hablar.
“Sí”, contesto, siguiendo la corriente. Ya sé lo que viene a continuación… ¡una conversación de ascensor! Pero, es la política de los vecindarios: si vives en uno, debes cubrir tu cuota de 10 conversaciones típicas/tópicas sobre el tiempo al año.
“Parece que ya está aquí el verano, ¿verdad?”
“Sí, sí, el verano… ¡y parece que será caluroso!”, añado por darle un poco de gracia al tema.
Por fin llega el ascensor.  “Sube tú, que vas más cargado”. No me lo pienso y entro como una centella (antes doy las gracias, claro, no vaya a ser que me coja manía y me ensucie el felpudo o algo).
Una vez dentro, me doy cuenta de que mi cabeza va por libre y ha cambiado de emisora. Ahora, estoy a tope con Bruno Lomas. ¡Parezco una película de Alfredo Landa!. Ya lleegaaa el vera-a-ano, ¡sí!

Varios pisos (y estrofas) después llego a casa, ¡qué ganas! Sé que estará fresquita y no porque haya dejado el aire acondicionado a tope (que no lo he hecho. Creo que todavía no lo he enchufado). Estará fresca porque el año pasado me metí en una gran reforma para aislar térmicamente todas las paredes de la casa. El objetivo era evitar las condensaciones en invierno, pero, como plus añadido, me he ganado una vivienda más confortable en cualquier época del año y, sobre todo, mas eficiente. (Todo sobre la reforma en este enlace).

Abro la puerta y ¡aire, ah ah ah!.

Mi cabeza cambia la sintonía y se acomoda a la nueva situación. ¡Mi casa, qué frescor! Nada de 40º, aquí la cosa ronda los 26º-27º, ¡una maravilla!

Dejo las bolsas en la cocina; me quito los zapatos, y me preparo un refresco bien frío. Mientras camino por el pasillo, hasta llegar al salón, sólo puedo pensar una cosa.

Puedes escuchar todas estas canciones y más, en la playlist que URSA Ibérica ha creado en Spotify: Aislados el calor