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(¿Por qué nos gustan tanto?)

Lo confieso. Soy adicta a los programas de decoración y reformas. Me trago to-dos: La Casa de tus sueños, Tu casa a juicio, Renovators, Reforma Expres, Reformas a los bestia, Bricomanía… No puedo parar.

Esas casas que no han visto un triste bote de pintura en décadas, donde (como diría mi abuela) “las cucarachas desfilan haciendo la instrucción”; esos sótanos oscuros llenos de humedades y filtraciones; esas habitaciones gélidas que sólo sirven para guardar la colección de ‘tazas del mundo’ de su propietario… Y es que es un placer ver como a golpe de piqueta, muro tras muro, minuto tras minuto, se van convirtiendo en hogares confortables, calentitos, prácticos y, como no, mucho más modernos. Conceptos como “espacio abierto”, “baño de cinco piezas”, “molduras” y “sala multiusos” ahora forman parte de mi vocabulario y mis sueños.

Sin embargo, tengo que señalar que he encontrado diferencias significativas entre los show patrios y los programas que nos llegan allende los mares. Mientras que en España, nuestros programas de reparación y reforma se centran en elementos puramente estéticos: le cambian la cocina, le ponen el baño nuevo, le dan una mano de pintura al salón o cambian un tabique de lado para hacer más grande un dormitorio, en EEUU y Canadá abordan problemas que implican algo más. Humedades, ruido y falta de aislamiento son los imprescindibles en toda reforma en estos programas.

“Hillary, tenemos un problema”, señala el capataz de turno a la diseñadora británica estrella de la pequeña pantalla. “¡No!”, exclama ella con cara de preocupación, “¿qué sucede? ¿Y cómo va a afectar a mi presupuesto”.

“Hay moho debajo de la ventana y se extiende por toda la pared. Habrá que eliminarlo y después reparar y aislar la pared para que no vuelva a suceder”, suele ser la respuesta parsimoniosa del responsable de la piqueta, mientras nuestra inglesa decoradora se mesa los cabellos en claro signo de desesperación. “Va a llevarse gran parte del presupuesto, pero es un problema serio y hay que resolverlo”, afirma. “¡Hazlo!”.

¿Se imaginan esta escena en España?

“¡Señora! Tenemos un problema de humedad por condensación en la pared de esta terraza. Solucionarlo le sube el presupuesto, ¿lo hago…?”

Ya sabemos cuál es la respuesta en el 80% de los casos.

Otra diferencia significativa entre los programas de producción nacional y los extranjeros son los materiales que utilizan para realizar las reformas. Llama mucho la atención comprobar cómo en otras latitudes comienzan a valorarse y pagarse aspectos como la eficiencia energética, la sostenibilidad o el impacto ambiental que produce un producto.

En todos estos programas los propietarios siempre exigen materiales ecológicos por encima de los que resultan más económicos, entendiendo que los primeros no sólo son más respetuosos con el medio ambiente, también son respetuosos con la salud de loss habitantes.

Y no es porque en España no existan este tipo de materiales. En el mercado encontramos pinturas ecológicas, sistemas de climatización eficiente, iluminación de bajo consumo, productos procedentes de la explotación sostenible de los bosques (PEFC), etc. Eso, por no hablar de otro tipo de materiales, como las lanas minerales que se emplean para el aislamiento térmico y acústico, gracias a los cuales se pueden lograr importantes ahorros energéticos. Aislar puede significar de 100 a 500 euros menos al año en la factura de la calefacción.

Sin embargo, y rompiendo una lanza a nuestro favor, no creo que el problema tenga un trasfondo económico (vamos, que no es que seamos más ‘agarrados), creo que es un problema de educación. Hay que trabajar, y mucho, para trasladar a la sociedad que una reforma en el hogar no tiene porque ser sólo estética. Una obra puede procurar importantes beneficios para el confort y la salud de los habitantes de una vivienda si se eligen los materiales adecuados.

Ahora os tengo que dejar, mis gemelos ya han agarrado la maza y se disponen a derribar otra casa.